"Muchos de los niños que asisten a nuestros Centros de asistencia — que también incluyen actividades extraescolares — ya nos han dicho que no podrán volver a la escuela este año."
Mediados de septiembre: mientras el verano da paso a las primeras lluvias otoñales y la noche extiende sus dedos robando unos minutos cada día, las escuelas vuelven a abrir.
En Italia, los niños y adolescentes se ocupan de comprar los últimos artículos de papelería y terminar las tareas aún no terminadas: en la mayoría de los casos, este es un momento feliz. Desafortunadamente, no es lo mismo en todas partes: en muchas zonas de Tierra Santa, por ejemplo, la guerra y las profundas crisis económicas y sociales han erosionado el funcionamiento del sistema educativo, convirtiendo la escuela en un lujo para unos privilegiados.
Noticias desde Beirut
Nuestro colega Fadi Behjani, coordinador de los proyectos de Pro Terra Sancta en el Líbano, nos cuenta la situación educativa en el país a pocos días de la reapertura de las escuelas, que tendrá lugar el 17 de septiembre: "Es una situación muy crítica; no sabemos qué porcentaje de niños y adolescentes podrán matricularse en el nuevo año escolar, pero lo más probable es que el número de estudiantes vuelva a disminuir. Tal vez de mucho".
"En primer lugar, es importante tener en cuenta la diferencia entre la situación de las escuelas públicas con respecto a las privadas" especifica Fadi. "Las primeras cerraron tras el estallido de la crisis económica en 2019 debido a las huelgas convocadas por los maestros para protestar contra los salarios extremadamente bajos. Solo recientemente han vuelto a abrir." Las instituciones privadas, en cambio, lograron seguir con sus actividades incluso después de 2019: "Al otorgar un aumento salarial a los profesores, se evitaron las protestas y las huelgas; sin embargo, a medida que la situación económica empeoraba, las tarifas escolares aumentaban y las escuelas privadas se volvieron cada vez más exclusivas."
A medida que los costos de la educación privada se volvieron prohibitivos, muchas familias optaron por retirar a sus hijos de la escuela en lugar de matricularlos en escuelas públicas: "Por un lado, el cierre de muchos edificios escolares estatales dificultó la reorientación de los estudiantes; por otro lado — y esta es, en realidad, la razón más común — muchos padres, considerando el bajo nivel de la educación pública, prefieren que sus hijos no estudien."
El número de niños que abandonan la escuela está en constante aumento, ya que los costos necesarios para garantizar una educación — especialmente la privada — siguen subiendo: "En el año escolar 2020-2021, el porcentaje de niños libaneses que no iban a la escuela era de aproximadamente el 15%; hoy en día, los últimos datos muestran el 21%. Los precios siguen aumentando: la tarifa media de una escuela privada por cabeza ha crecido rápidamente de 1.700$ a 2.600$ al año. Son cifras exorbitantes y para una familia normal resulta imposibles invertir en esto, especialmente si es numerosa. Muchos de los niños que asisten a nuestros Centros de asistencia — los cuales incluyen también actividades extraescolares — ya nos han dicho que este año no podrán acudir a la escuela."
Noticias desde Alepo
En Siria también la situación es "terrible", como cuenta Jean-François Thiry, nuestro coordinador de proyectos en Alepo: por diferentes razones, se ha desarrollado un impasse similar al que bloquea a Líbano. "En Siria hay escuelas privadas, gestionadas por organizaciones religiosas (cristianas o musulmanas), y escuelas públicas: estas últimas son gratuitas, mientras que las primeras requieren el pago de unos 6 millones de libras sirias al año (alrededor de 400€)."
"Son cifras imposibles para la mayoría de las familias sirias, incluso para los que trabajan en las escuelas mismas", explica Jean-François. "Un profesor que enseña en una escuela privada gana alrededor de 100€ al mes: es verdad que es el doble de lo que gana un maestro de escuela pública, pero sigue siendo muy poco para poder matricular a sus hijos en su misma escuela. Por otro lado, añade, "el salario que los profesores reciben es tan bajo que no tienen la motivación para trabajar bien, lo que reduce drásticamente el nivel educativo de las escuelas públicas: quien asiste a estas y quiere aprobar los exámenes finales y obtener el diploma, necesariamente tiene que ver algunas cursos privados de pago." En resumidas cuentas, se vuelve al problema inicial: las familias más pobres no tienen acceso a la educación.
Entre los proyectos más urgentes y demandados en Siria está el apoyo a las escuelas y la contribución al pago de las matrículas; otro tipo de intervención vital en el país se refiere a la reconstrucción y renovación de los edificios escolares destruidos o dañados: "La guerra y el terremoto han causado daños graves a numerosos edificios del país, incluso a muchas escuelas. A la dramática situación educativa se suma el riesgo de estar en estructuras en ruinas y sin las condiciones necesarias para acoger y educar a los niños y jóvenes con total seguridad."
Reconstruir la “Escuela de las Rosas”
Por esta razón, durante el verano hemos seguido con el proyecto de renovación de una escuela greco-católica en Alepo, llamada El Urud: la “Escuela de las Rosas”. El edificio se encuentra en un barrio principalmente musulmán y está gestionado por la iglesia melquita: la mayoría de los estudiantes son musulmanes, mientras que casi todos los profesores son cristianos. "Esta peculiaridad convierte el lugar en un símbolo del diálogo intercultural e interreligioso," explica Jean-François, "un lugar de referencia para el encuentro y la educación en la diversidad. Por eso, decidimos ayudar a la escuela El Urud."
De junio a finales de agosto, el edificio fue completamente renovado: reparamos los daños causados por los bombardeos y luego por el terremoto, que había destruido las aulas, dañado las tuberías y el sistema eléctrico; hoy la Escuela de las Rosas está lista para recibir a nuevos estudiantes y cultivar nuevas flores de esperanza.
El martes 10 de septiembre tuvo lugar la inauguración de la escuela renovada El Urud, a la cual participaron el padre George Dalal, director de la escuela, su adjunto George Daikh, y varios representantes de asociaciones locales que operan en el campo de la asistencia y la educación. A la ceremonia fue invitado también nuestro director general, Tommaso Saltini: habiéndose mudado a Siria para ponerse al día con los proyectos, no quiso perder esta oportunidad. "Quedé impresionado por el ambiente de confianza y serenidad que mira hacia un futuro que, en Siria, todavía parece incierto" comenta el director. "Nada parece reiniciarse desde el punto de vista político y económico. A pesare de esto, los sirios logran unirse creando una comunidad basada en un sistema de intercambio religioso, cultural e histórico. En esto, escuelas como El Urud juegan un papel fundamental."