«En esta guerra perdí a mi hijo. Desde ese momento, todo cambió para mí: pero venir aquí, todos los días, a trabajar realmente me ha devuelto la vida».

El pueblo de Betania, conocido en los Evangelios como el pueblo de la amistad y la hospitalidad, es hoy escenario de un terrible conflicto. Desde 2002, la ciudad está separada de la cercana Jerusalén por el muro de separación israelí, lo que la ha hecho difícilmente accesible, dejándola aislada: una localidad alejada de todo.
La guerra, que sigue asolando la zona, hace que las condiciones de vida sean aún más duras: la falta de turismo ha dejado a muchos trabajadores en casa, que hoy luchan por mantener a sus familias; el fin del alto al fuego ha hecho que la zona vuelva a caer en la pesadilla de los bombardeos; el miedo a perder a alguien es parte del día a día.
Pero no todo está perdido: el deseo de vivir brilla con fuerza en la comunidad de Betania, especialmente en Maisa, Saida y Alina: tres mujeres valientes que han decidido volver a empezar, para ayudar a sus familias y a su ciudad.
Betania es mujer
Desde la tradición bíblica, Betania ha sido un lugar femenino: Marta y María, hermanas de Lázaro, vivieron allí, y Jesús acudió en varias ocasiones, encontrando siempre una acogida sencilla, pero por eso aún más preciosa. Fue aquí, en su casa, donde María derramó aceite "en olor de nardo puro, muy precioso" sobre los pies de Jesús, dándole un bien mucho más precioso de lo que podían permitirse.
Con el tiempo, muchas mujeres, incluida la reina cruzada Melisenda , se han apegado a la tradición de Betania, atraídas por el recuerdo de un pueblo fundado en la amistad y la hospitalidad de dos mujeres generosas. Hoy en día, esta raíz femenina va acompañada de una necesidad concreta de apoyo: las mujeres de Betania, a menudo excluidas del mercado laboral, luchan por alcanzar la independencia económica. Por lo tanto, apoyar a los artesanos locales significa fortalecer una red de solidaridad, respondiendo a las necesidades de una comunidad que vive en la incertidumbre desde hace años.
Nuestro laboratorio
"Noi, preziosi come il nardo" nace del deseo de tres mujeres valientes de aprender, de poner las manos sobre su presente para transformarlo y recuperar la posesión de él.
Utilizando fragancias tradicionales, el taller preserva y protege la cultura del lugar a la vez que da trabajo y sustento a las mujeres que participan en él: "Las mujeres han visto en este proyecto una salida en el mundo laboral y una mejora en sus vidas", comenta Carla Benelli. "Nuestro proyecto permite asegurar los costes de puesta en marcha y seguimiento de la primera fase del negocio. No hubiera sido posible que las mujeres iniciaran esta actividad sin nuestro apoyo".