Padre Ibrahim Faltas, ecónomo de la Custodia de Tierra Santa, habla del proyecto “Jerusalén, piedras de la memoria”
Recuperar, restaurar y conservar las viviendas de la Ciudad Vieja de Jerusalén garantizando ambientes sanos y seguros a los cristianos que viven en ellas. “Jerusalén, piedras de la memoria” es un proyecto amplio lanzado por la Custodia de Tierra Santa y sostenido por ATS pro Terra Sancta para preservar la presencia de las piedras vivas de la Tierra Santa.
Padre Ibrahim Faltas, ecónomo de la Custodia de Tierra Santa, explica en una entrevista qué es lo que empuja a los frailes franciscanos de la Tierra Santa a sostener la presencia cristiana en estos lugares y cómo se hace posible la realización de este amplio proyecto en el corazón de la Ciudad Vieja de Jerusalén.
Padre Ibrahim, ¿cuántas viviendas posee la Custodia de Tierra Santa en la Ciudad Vieja?
La Custodia de Tierra Santa posee más de 400 casas en Jerusalén, la mayoría de las cuales necesitan restauraciones e intervenciones.
¿Por qué se ponen a disposición de los cristianos?
Hemos decidido ponerlas a disposición de los cristianos para permitirles permanecer en la Ciudad Vieja de Jerusalén, y esto es importante porque nosotros como franciscanos estamos aquí sobre todo como custodios de los Lugares Santos por mandato del papa, y los Lugares Santos sin piedras vivas, es decir, sin los cristianos locales perderían su valor. Yo creo que la importancia de los cristianos locales sea mayor de la importancia de las piedras.
¿Qué es lo que empuja a un cristiano a dejar Jerusalén y su propia familia para irse al extranjero?
El problema de los cristianos locales es que el 90 por ciento de ellos trabaja en el sector del turismo, y cuando el sector va un poco en crisis, es decir, cuando no hay peregrinos, por ejemplo en el período de verano o primavera (la mayoría de los peregrinos se concentra en Navidad y Pascua), o en los momentos de crisis política o de conflicto, los cristianos que se quedan sin trabajo se van. Esto ocurrió de manera particular durante la segunda Intifada, desde el 2000 al 2005, con una consecuente caída del turismo, y los cristianos se marcharon abandonando las Ciudades Santas de Nazaret, Belén y Jerusalén.
¿Cómo se puede evitar esta emigración? ¿Cuál es el aporte de los franciscanos?
Nuestra contribución consiste en poner a disposición de la gente las casas, las viviendas, porque aquí el alquiler de una casa es carísimo, vale unos 1000 dólares al mes como mínimo. La mayoría de la gente no se lo puede permitir, por este motivo estamos restaurando y arreglando e incluso construyendo casas nuevas dentro y fuera de la Ciudad Vieja. Esto permite también dar trabajo a la gente haciendo que, gracias a las viviendas y al trabajo se queden a vivir cerca de los Lugares santos.
En la actualidad se está desarrollando un amplio plan de restauraciones de las viviendas. ¿Cuánto se ha hecho en los últimos años y qué es lo queda por hacer?
Queda muchísimo por hacer, al momento se han restaurado un centenar de casas, pero quedan todavía unas 300.
¿Las nuevas generaciones tendrán la posibilidad de obtener apartamentos de la Custodia o será necesario pensar en otras soluciones?
No sabría responder, pero espero conseguir terminar lo antes posible las obras de todas las casas que estamos realizando actualmente, a pesar de que se verifican con frecuencia problemas de tiempo: es un trabajo largo y complicado. Pero nuestro objetivo siempre es el de dar a todos la posibilidad de obtener una casa y un trabajo, incluso comprando terrenos y construyendo sucesivamente casas nuevas para esta gente.
¿Cómo se financian las obras de restauración?
Nuestros financiamientos provienen de las limosnas de la gente sencilla, de las donaciones de privados que quieren ayudarnos a sostener las piedras vivas de la Tierra Santa.
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Más información sobre el proyecto
Jerusalén, piedras de la memoria
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