La sombra de la pobreza y la luz de María.
El testimonio del Padre Ibrahim
"La situación en la ciudad de Alepo se desploma cada día y ensombrece la vida cotidiana de las personas pobres que se quedan sin aliento después de más de diez años de lo que se llama 'la crisis siria'. La electricidad llega solo cuatro horas al día, mientras que el combustible para calefacción casi no existe. El gas es otro problema".
Así comenzó el testimonio del padre franciscano Ibrahim Alsabagh, párroco de Alepo, en la iglesia de San Francisco. Con su habitual estilo franco, al que no le falta transporte, pinta la imagen de su ciudad arrodillada, forzada a la pobreza y al hambre por la larga galería de horrores que desde hace diez años hace siria una de las regiones más atormentadas de Oriente Medio.
El padre Ibrahim pinta el rostro de Alepo a través del de sus feligreses, que día tras día acuden a él en largas procesiones de mendicidad, desprovistos de todo menos de necesidades. "Conozco a muchas damas en la parroquia que, debido a la falta de agua caliente, no pueden ducharse durante 20 días y más". Y el hambre, más que cualquier otra carencia, muerde las entrañas de la gente de Alepo: "Para recoger el pan, muchos se despiertan a las 5.00 de la mañana y van a hacer cola frente al horno, bajo la lluvia, tal vez: casi siempre en el frío". Ese frío que el padre Ibrahim define como "terrible, famoso para todos los sirios, especialmente para aquellos que lo experimentan".
Salud en Alepo
Y hasta la fecha, la situación siria solo puede agravarse por el estado de salud pública y las condiciones del sistema de salud en el país. Ibrahim asegura que "no se habla de la situación sanitaria, porque ante la falta de cualquier tipo de seguro médico, ante la precaria situación de los centros hospitalarios y ambulatorios y ante el aumento de los precios de los medicamentos, los reconocimientos médicos y las intervenciones quirúrgicas, los ciudadanos necesitan mucho coraje para poder intentar obtener un reconocimiento médico y un diagnóstico".
En este contexto, se registra la emergencia pandémica por la propagación del Covid-19. El "problema Covid" es comparado vehementemente por el padre Ibrahim con una "bestia". Esto, dice el padre Ibrahim, como sucede con el león del que nos habla la carta de Pedro (Pe 5, 8), "recorre las calles devorando a los que deben encontrarse con él".
La pobreza de Alepo y Siria
La expresión es colorida, es fuerte. Pero nos ayuda a entender cuán profundo es el problema que enfrentan a diario los que viven en Siria. Allí, el Covid, es una bestia salvaje más que en ningún otro lugar. Las cifras de contagios, que no se cuentan, sino el estado del sistema sanitario, profundamente dañado por una guerra que continúa, que no muestra signos de terminar, no son auténticos para demostrarlo.
Bajo el incesante bombardeo de potencias extranjeras, que en la primera semana de enero cayó constantemente, día tras día, la zona noroeste de Siria, la de Alepo e Idlib, ve hospitales, centros de salud, clínicas destruidas ... La OMS informa que en los primeros seis meses de 2021 hubo ocho ataques llevados a cabo por las fuerzas militares contra instalaciones médicas en el área noroeste. El 70% del personal de salud tuvo que abandonar el país entre el inicio del conflicto y hoy que la guerra ya ha superado ampliamente su décimo aniversario.
A esto se suma el problema de las sanciones 'César'. Impuestos a la República Árabe Siria en junio de 2020 por una coalición liderada por Estados Unidos, son la causa de la pobreza persistente y obsesiva para el pueblo. Las sanciones han impedido la comercialización de hidrocarburos, especialmente petróleo, en el que siempre se ha basado la economía siria. Estas medidas están en el origen de la imposibilidad de importar a territorio sirio electrodomésticos, automóviles, bienes de consumo esenciales para llevar una vida digna.
En definitiva, en Siria las heridas son muchas y la población está cansada, herida, abandonada y pobre. Y en Alepo, en ese noroeste todavía marcado por la guerra y el yihadismo violento, esto es especialmente cierto.
Un compromiso mariano para Alepo
"Esto es lo que le pasa a Isabel", añade el padre Ibrahim, recordando el episodio de la Visitación, sobre el que en las últimas semanas hemos tenido la oportunidad de meditar. "Mirando de cerca la realidad en la ciudad de Alepo, vemos que todo nuestro pueblo es como Elizabeth, necesitado de ternura, de servicio desinteresado, humilde y concreto, desde todos los puntos de vista humanitarios y espirituales".
Y, como sucede en la Visitación, hay quienes traen esta ternura y consuelo a la aflicción. En el Evangelio de Lucas es María quien va a visitar a su prima, a quien el padre Ibrahim define como "el modelo más elevado que una persona puede darse a sí misma para tratar de responder con amor a Dios y al prójimo". María "responde generosamente a la llamada de la necesidad, con tanta caridad, con tanta fe y con tanta esperanza; con tanta gratuidad y con toda ella".
Con este estilo, el Padre Ibrahim lleva a cabo su misión en Alepo: "Por pequeños y limitados que seamos, hemos logrado dar una respuesta al Amor que se ha encarnado en nuestros corazones. Tratamos de transmitir a Jesús a todos, como lo hizo María". Esto es lo que sostiene su compromiso en la ciudad, del lado de los más pequeños, de los más débiles, con toda la frescura del don gratuito y toda la dignidad de una tarea vocacional: "¡debemos alimentar la posibilidad de derramar sangre para aligerar la cruz que se carga sobre los hombros de cada uno en nuestra ciudad!".
Un agradecimiento, desde Alepo
Y luego, pensando sin duda en todos los benefactores, benefactores, colaboradores, amigos y amigos de Pro Terra Sancta, el Padre Ibrahim agrega: "Con nosotros, en esta 'misión mariana', también están ustedes, que no cesan de orar y ayudarnos tanto como lo logren, de todas las maneras posibles. Os expreso mucha gratitud, en nombre del sufrido pueblo de Aleppina y en nombre de los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa".
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