“Los militares no puede hacer la paz, sino sólo vencer una guerra. Por la paz se necesita la politica que no está y no se sabe tampoco lo que va a pasar”. Eso lo declaró en una recente entrevista a La Stampa el neo-electo Administrador Apostólico del Patriarcado Latín de Jerusalén, Mons. Pierbattista Pizzaballa. Una declaración que describe excelentemente lo que está pasando en Alepo en este momento. De echo, mientras el ejército leal traza las últimas líneas de esta eterna “Alepo libre”, las noticias que nos llegan son mezcladas. La situación permanece provisoria y muchísima gente todavía vive en condiciones trágicas.
Nos lo confirmen los frailes de la Custodia de Tierra Santa que quedan inamovibles en Alepo y que también hoy, como en los seis años de conflicto, están al lado de la población siria para sostener la esperanza
Nos envían una foto de un golpe de mortaio clavado en la calle; significa que todavía no ha terminado. “Es cuestión de tiempo” nos escriban, “pero hay todavía mucho miedo entre nosotros”, porque la situación no está clara para nada. Come ese cohete, la guerra ha dejado y deja raíces profundas en Alepo.
Hace falta ayuda ahora, pronto, “los combates todavía se sienten” porque “los últimos no quieren rendirse”. Hace falta sostener la gente que quiere quedarse, para encauzar la tragedia final.
Pero sobre todo hará falta próximamente, más que nunca; en aquel tiempo, a lo mejor, para reconstruir el futuro.