La lista de las intervenciones que se han hecho posibles gracias a donantes privados y amigos que cotidianamente deciden sostener, incluso con una oferta mínima, los proyectos de la Custodia de Tierra Santa en favor de la población cristiana local, sigue alargándose. Es Ettore Soranzo quien cuenta otra historia con final feliz, ingeniero que se ocupa de las intervenciones de restauración en la Ciudad Vieja, coordinadas por el ecónomo de la Custodia de Tierra Santa, Ibrahim Faltas.
“El trabajo ha durado más de lo previsto”, explica Soranzo, “a pesar de que para la ejecución del trabajo habrían bastado un par de meses. El problema de fondo era que, una vez eliminado todo el revoque, nos dimos cuenta de que la pérdida de agua seguía siendo abundante. Por tal motivo, no quisimos ni pudimos completar y terminar la casa, porque no habríamos resuelto nada y por tanto, después de restaurar la mayor parte del techo, suspendimos la parte más directamente interesada por la pérdida. Después de algunos contratiempos con los vecinos, debidos a problemas legados con la seguridad y – sobre todo - a la todavía difusa difidencia que reina entre los habitantes de la Ciudad Vieja, conseguimos obtener el permiso de visitar la casa, y, después de largas contrataciones con los inquilinos, conseguimos sustituir los tubos podridos y, finalmente, arreglar la pérdida. La reducción de la infiltración fue casi inmediata, y en pocos días el agua dejó de gotear. Esperamos otras tres semanas a que se redujera la humedad, y después terminamos el trabajo”.
La obra se ha podido terminar gracias a la generosa aportación de una sostenedora y amiga de la Tierra Santa, que hace algunos meses decidió donar una importante cuota para apoyar el proyecto “Jerusalén, piedras de la memoria”, permitiendo la restauración y recuperación de una de las numerosas viviendas que la Custodia de Tierra Santa pone a disposición de los cristianos de la Ciudad Vieja de Jerusalén de forma gratuita.