Cuando los turistas y peregrinos vienen a visitar Belén de Judea, ese muro de separación de ocho metros de altura parece más bajo.
Por un momento parece poder volver a vivir una vida normal hecha de encuentros, intercambios de vida, un soplo de aire fresco para las mujeres y hombres de la ciudad de la Navidad. Hoy, como ocurrió durante la pandemia de Covid-19, Belén vuelve a estar aislada. Con ella están todas las ciudades de Cisjordania, que hoy se encuentran una vez más con una crisis económica muy grave, que ya está en marcha desde hace varios años, y con una crisis social debido al aislamiento y la violencia continua.
Con un agravante adicional: quienes habían utilizado sus ahorros para hacer frente a la emergencia del Covid, hoy no tienen nada. Todos en Belén sufren esta situación, pero entre ellos los que más sufren son los niños y los que ya viven aislados debido a discapacidades físicas o mentales.