La situación libanesa en las palabras de Fra Firas Lutfi, ministro de la región de San Pablo. Coronavirus y pobreza.
“El Señor es resucitado, es resucitado realmente”, así Padre Firas Lutfi saluda el público que participó a un encuentro organizado da la Asociación Pro Terra Sancta sobre la situación de la Región de San Pablo (Siria, Líbano y Jordania) de la cual es ministro por la Custodia de Terra Sancta. Después su experiencia en Siria, donde ha visto el declive de Alepo y los nueves años de guerra que devastaron la ciudad y la población, se fue en Líbano. Allá también está en desarrollo una crisis sin precedentes que está poniendo de rodillas el país del cedro.
Con grande lucidez, Padre Firaz explica, en vivo desde Beirut, cuáles fueron los factores desencadenantes de la crisis. El conflicto siriano sufrió graves consecuencias non sólo en Siria, pero en todo el Oriente Próximo, y en Líbano especialmente. La estrecha franja de tierra que da al Mediterráneo es un país de cuatro millones de habitantes a el que se han sumado un millón y medio de prófugos sirianos, que abandonaron sus casas bombardeadas y se fueron en Líbano buscando lugar seguro. El país, debido a problemas internos, no fue capaz de hacer frente a la emergencia. La vida de estas personas, ya devastada de la guerra, no encuentra paz y equilibrio, pero pobreza y incertidumbre.
A la crisis siriana se suman la presencia de Hezbolá y el conflicto permanente con Israel nunca sanado, un serio problema de corrupción y régimen político instable donde coexisten 27 confesiones religiosas diferente a menudo in conflicto entre sí y en lucha para el poder. El 16 de octubre2019 los jóvenes libaneses toman las calles pidiendo una reforma política del país. “Las competencias tienen que desempeñar un papel más grande y non las pertenencia etno-confesionaria”, pedían los jóvenes durante las protestas, nos cuenta Firas. Nos explica que fue una “manifestación pacífica y non violenta que llevaron a las dimisiones del Primo Ministro Sad Hariri y a la formación de un nuevo gobierno tecnocrático”.
Todo eso ante que llegó el enemigo invisible, el Coronavirus, que doblegando a el país ulteriormente. Los casos confirmados hoy son casi 700 y los muertos meno de une docena, pero el cierre de las escuelas y de todas las actividades productivas están causando daños irreparables a la población. El 48% de la nación vive en situación de pobreza y si no habrá ayuda, antes de dos meses, las previsiones desplazan el umbral a más del 50%.
En este panorama dramático, los primeros a sufrir son los prófugos sirianos. “He visitado algunas familias sirianas escapadas desde Alepo que viven en Líbano” – cuenta Firas – “estaban esperando la oportunidad para huir al extranjero, en esta situación todo es bloqueado”. Firas nos describe sus estados de ánimo y una gran tristeza. Familias abrumadas por la guerra, que se ponen a prueba otra vez. “Intento de animar la esperanza diciendo que toda esa pesadilla pasará”, pero también el fraile es consciente de este momento de fragilidad que las familias están viviendo.
Hay una fuerte emergencia educativa: los niños sirianos desde más de nueve años non tienen la posibilidad de ir a la escuela, la mayoría presenta efectos claros de eventos traumáticos no reelaborados y verse obligado en casa, sin poder salir, es como una prisión.
Los franciscanos están tratando de prestar apoyo a las familias y a los jóvenes. Ellos han enviado un proyecto dando alojamiento y comida a las personas en busca de trabajo y de un domicilio. “Como franciscanos, nos hemos quedado junto al nuestro pueblo, lo hicimos en Siria y lo hacemos in Líbano, como durante los siglos”, afirma con orgullo Padre Firas que desea hacer en Líbano lo que, gracias al apoyo de Pro Tierra Sancta representaron los proyectos “Arte Terapéutica” y “Un Nombre y Un Futuro” para los niños sirianos de Alepo.
“In Siria, Pro Tierra Sancta dio voz a quien no tenía” – continua Firas – “y soy seguro que con el apoyo de todos seguiremos haciéndolo”.