Desde 2011 la Universidad Católica de Milán colabora con la Custodia de la Tierra Santa en la valoración de los antiguos fondos de la biblioteca de San Salvador en Jerusalén. El proyecto, denominado “Libros, puentes de paz” busca llevar a cabo iniciativas que favorezcan la conservación y el conocimiento de los libros más valiosos de la biblioteca franciscana.
La tarea a realizar en este sentido no es sencilla ni mucho menos, teniendo en cuenta la enorme cantidad de códices acumulados por los franciscanos a lo largo de cientos de años, pero un paso fundamental en el proyecto está a punto de finalizar. En el último año, el Dr. Marcello Mozzato ha concentrado sus esfuerzos en realizar un inventario de los manuscritos que se conservan en San Salvador: se trata de un grupo de casi quinientos ejemplares, entre códices y pergaminos, en parte de época medieval y en parte más recientes, que incluyen desde libros de medicina a recopilaciones de poesía árabe y desde misales maronitas a pergaminos de la Torah. Solo en los últimos tiempos se han recogido en la biblioteca nuevos ejemplares del Archivo Custodial y del Museo de la Flagelación de Jerusalén. Los códices identificados y descritos en el inventario están en armenio, etiope, griego, sirio, hebreo, aunque sobre todo en árabe y en idiomas con alfabeto latino, entre los que destaca por su importancia y belleza el rico grupo de los corales ilustrados.
Precisamente estos días, tras el hallazgo de un pequeño grupo de una decena de manuscritos, se está concluyendo la verificación del inventario, que será digitalizado y colgado online en las próximas semanas. En otoño, por fin se podrá acceder a este nuevo instrumento completamente electrónico durante un importante evento cultural que tendrá lugar en Jerusalén, ofreciendo un conocimiento inicial pero muy valioso de esta colección de manuscritos tan importante. “La realización del inventario de los manuscritos – ha comentado Edoardo Barbieri, profesor de Historia del Libro en la Universidad Católica – es un objetivo que no habría sido posible sin la contribución de tantos amigos y colaboradores: ahora la Custodia de la Tierra Santa podrá poner un tesoro de un valor histórico y cultural incalculable a disposición de estudiosos de todo el mundo”.