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En memoria: recordando a quienes llevamos en el corazón

31 octubre 2024
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En memoria: recordando a quienes llevamos en el corazón
En memoria: recordando a quienes llevamos en el corazón

"Aun así, el bien que él trajo al mundo es tan grande que merecería terminar en algún lugar, tomar cuerpo de alguna manera."

Hoy queremos contarles una historia. Es la historia de una madre que perdió a un hijo, de una sobrina que busca un gesto que pueda ayudar a su tía en duelo a encontrar sentido y perspectiva en su dolor. La historia la cuenta en primera persona Anna, la sobrina; pero las palabras de Anna, su deseo de sentido y esperanza, nos hablan a todos y podrían pertenecer a cualquiera de nosotros. Anna, Francesco y Erminia son símbolos que nos recuerdan que las personas que llevamos en el corazón nunca se van del todo y que existen infinitas formas de recordarlas y de permitirles seguir viviendo. Este es, para nosotros, el sentido de las donaciones en memoria: en noviembre, mes dedicado al recuerdo, queremos contarles sobre una acción que une el amor por quienes ya no están con nosotros y la posibilidad de ofrecer apoyo tangible a quienes en el Medio Oriente realmente lo necesitan.

un hombre y un niño miran el paisaje

El año pasado, mi tía perdió a un hijo.

Las habitaciones de su antigua casa se llenaron de imágenes de él, de Francesco. Decenas de momentos congelados en su transcurso viven inmóviles sobre el papel tapiz de los pasillos en penumbra: las sonrisas de un niño, los enfados de un adolescente, las caricias de un padre junto a su familia. Francesco está en todas partes, vive en todas partes en la casa de la Via Gismondi en Bolonia: después del infarto, su vida se convirtió en película y recuerdo.

Mi tía Erminia camina por las habitaciones con los pasos lentos de los ancianos y nunca mira esas fotografías. Cada domingo, se mueve del salón a la cocina, impregnada con el olor de la salsa, revuelve la cuchara de madera en la olla y prepara la mesa para nosotros, los familiares que vamos a visitarla. Su generoso corazón desea seguir cuidando – de su esposo Germano, que lleva veinte años en silla de ruedas; de su hijo Claudio; de todos nosotros, sus sobrinos – en una vocación que ha marcado toda su vida. Y, sin embargo, esas fotografías que no mira son una presencia indispensable para Erminia: en ellas, Francesco tiene forma y materia, acompaña a su madre en los gestos cotidianos como si nunca se hubiera ido del todo.

A sus casi noventa años, el dolor de haber perdido a un hijo es desgarrador: la veo, mientras sonríe a los sobrinos y les prepara la merienda, mientras dobla la ropa y la guarda en los cajones de madera oscura, veo su sufrimiento en cada gesto que realiza. Pero este mismo dolor reafirma la increíble fuerza de mi tía Erminia, que todos nosotros vemos y admiramos cada día: ayudada por su fe, que habita fuerte en su corazón apegado a hábitos y gestos atemporales, se dedica enteramente a lo que alrededor de ella sigue viviendo.

A veces, después del almuerzo, mientras los primos y sobrinos ríen satisfechos alrededor de la mesa aún puesta, la observo a escondidas mientras se aparta para arreglar un cojín, buscar un álbum de fotos o con cualquier otra pequeña excusa que haya encontrado para tomarse un momento para sí misma. El domingo pasado me vio mientras la observaba y me hizo un gesto para que me acercara, acogiéndome en su espacio privado lleno de alivio y memoria.

- Mira, Anna, ¿te acuerdas? Estábamos en Rímini y Francesco siempre te molestaba con esa broma que tanto te enfadaba.

¡Entonces, sí miraba las fotos! Las recorrimos juntas, recordando cada ocasión inmortalizada para siempre dentro del marco. Acariciando la última, colgada junto a la mesita de noche, me contó que lo que más le duele es la idea de que el mundo olvide a Francesco, que él viva ahora solo entre las paredes de su casa: nadie más sabrá nunca qué hombre tan bueno fue, cuántos mundos habitaban en su alma. Pero el bien que él trajo al mundo es tanto que merecería terminar en algún lugar, tomar cuerpo de alguna manera.

Entonces decidí hacerle un regalo: quiero ofrecerle compañeros que vque compartan con ella la gratitud hacia Francesco, dando vida a un gesto que no solo nos ayude a nosotros, sino que también beneficie a otras personas necesitadas. Pronto se cumplirá un año desde su pérdida, y he pensado en conmemorar un aniversario doloroso con un acto de construcción y esperanza: una donación en memoria de Francesco. Mi tía Erminia, generosa y devota, siempre ha tenido un gran amor por la caridad; de este modo, el amor de Francesco se convertirá en algo bueno y tangible, que impactará positivamente en la vida de alguien más.

Al elegir el proyecto al cual dedicar la memoria de mi primo, no tuve dudas: quería que la donación estuviera ligada a su historia y a la de mi tía, y la idea surgió de manera espontánea. Elegí destinar la ofrenda al apoyo de las escuelas de Tierra Santa. La Tierra Santa es muy querida para mi tía Erminia, quien ha recorrido casi toda su extensión a través de viajes y peregrinaciones a lo largo de su vida, y la escuela es el lugar donde la educación y el cuidado se unen para construir una comunidad consciente y deseosa de paz. Es justamente eso lo que Erminia ha intentado siempre hacer con sus hijos, y luego con sus sobrinos: yo deseaba que la mirada llena de ternura que solo una madre puede dirigir a su hijo, mientras lo ve crecer y forjarse su propia vida, se extendiera hasta alcanzar a los niños de Tierra Santa, para cuidar también de ellos.

Así, el amor de Erminia podrá abrazar a su hijo, a su familia y al mundo entero, en el recuerdo perpetuo de Francesco, que nunca morirá del todo.

fotografie

Descubre cómo puedes recordar a quienes llevas en el corazón: con una donación en memoria, unirás para siempre su nombre a una historia que no tiene fin.

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