Tras su reciente visita a Siria, el padre Pizzaballa -Custodio de Tierra Santa y presidente de la Asociación pro Terra Sancta- cuenta lo que ha visto en la devastada ciudad de Alepo. De sus palabras emerge esperanza y muestran que es posible, en el mar del sufrimiento y violencia, que personas desconocidas y de diferentes religiones se ayuden unas a otras a afrontar las emergencias comunes.
"La ciudad de Alepo desde hace meses está sin agua, y la única salvación está en los pozos privados. No todos pueden tener, por supuesto. Y además, no habiendo electricidad (no hay más de dos horas al día), también es imposible sacar agua, si no se tiene un generador. A su vez, el gasóleo para el generador es casi imposible de encontrar y, en cualquier caso es carísimo... Es imposible que una familia normal salga adelante, esto es para la casi totalidad de la población que queda, compuesta en gran parte de personas pobres que no saben adónde ir ya. Son las principales instituciones las que tienen acceso a los pozos: mezquitas, iglesias, hospitales, etcétera. Yo personalmente he visto a cristianos y musulmanes haciendo cola en la iglesia para que les den agua y a cristianos llevar agua a sus vecinos musulmanes y viceversa.
En nuestro convento de Terra Sancta College en Alepo no hay generador, pero el vecino musulmán tiene uno. Los otros vecinos, todos musulmanes, hacen la colecta para el gasóleo, el vecino mantiene el generador y los frailes sacan agua para el barrio.
Los jesuitas, con su Jesuit Relief Serviceusan una estructura de las Hermanas Franciscanas de Alepo y organizan una cocina para barrios enteros de la ciudad. Más de diez mil comidas al día salen del convento para todos. La comida proviene de organizaciones islámicas; las hermanas se encargan, como saben hacer, de la organización; y los voluntarios, cristianos y musulmanes, llevan a diario la comida a los más necesitados. Hay que señalar que los desplazamientos por la ciudad son peligrosos y nadie puede saber nunca, cuando sale, si volverá a casa. Sin embargo, todavía hay muchas personas que vienen y se ponen en riesgo, jugándose su piel, para hacer algo por los demás. No sólo para los suyos, sino para los demás sin adjetivos.
Durante mi estancia en Alepo -continúa Pizzaballa- nuestros vecinos, la catedral y el obispado siro-católico y el obispo, se han visto afectados dos veces. La primera, en la iglesia, que fue destruida por los rebeldes. La segunda, en el obispado, golpeado por las fuerzas del gobierno, a fin de tener la par conditio! En ambos casos y en casi todos, sin distinción, han hecho lo posible por ayudar, apoyar y alentar. Pero sólo para estar cerca; Muy a menudo, no hay mucho que hacer excepto ver con impotencia en este drama”.
Volviendo nuestra atención a toda la región, el Custodio de Tierra Santa, afirma que " Oriente Medio tiene dramática y urgente necesidad de encontrar una nueva manera de definir su propio futuro, que sólo puede ser construido junto con todas las otras almas que lo componen, y nunca sólo con una persona contra otra. Cristianos, musulmanes, kurdos, judíos, y todas las otras comunidades religiosas y étnicas son una parte integral de la vida en estos países y no desaparecerán".
Seguimos apoyando las obras de caridad de los frailes franciscanos en el Oriente Medio, especialmente en Siria, donde los frailes ponen en riesgo sus propias vidas al lado de la población que queda en el país. DONE AHORA para hacer llegar a los conventos franciscanos de la ciudad siria de agua, alimentos, medicamentos, electricidad, ropa y necesidades básicas. Cada contribución es vital.