Daniel, un chico de Belén de dieciocho años con dificultades escolares en el pasado. No quería seguir estudiando. Cuando ha sabido que en su colegio se abriría un itinerario tecnológico se ha matriculado enseguida. Daniel es uno de los doce chicos que han empezado hace seis meses el itinerario tecnológico de la escuela de Tierra Santa en Belén.
“En los últimos tres años -explica Fra Marwan, director del colegio- hemos pensado empezar con dos nuevas ramas de estudio junto al humanístico y al científico siguiendo la demanda del mercado laboral. Hemos abierto una rama de hostelería que puede traer mucho trabajo con los peregrinos, sobre todo aquí en Belén. Visto que la tecnología es la ciencia de hoy hemos instituido también un itinerario tecnológico para ser una escuela a la vanguardia,”.
“La escuela de Tierra Santa está abierta a todos -explica el director-, pero la prioridad la tienen los pobres, los huérfanos y los chicos con graves problemas familiares (violencia, alcoholismo…). Nuestra misión es estar al servicio de los menores de la sociedad. No habiendo ninguna seguridad social, si no se ocupa la Iglesia, ¿quién lo hace?”. La institución franciscana, joya de la corona de Belén, a pesar de tener 1170 estudiantes, garantiza un excelente nivel de formación junto a una atención personalizada tanto a nivel pedagógico como educativo y familiar. Gracias al proyecto de ayuda a distancia las donaciones cubren los gastos de los estudiantes y reducen la mensualidad escolar centrando la atención, sobre todo, a los poquísimos estudiantes cristianos. Un éxito garantizado visto que en estas escuelas franciscanas se ofrecen clases de inglés además de las de árabe y el certificado es estatal y de reconocimiento internacional. Esto permite incluirse en un nuevo recorrido formativo a través de los acuerdos con las universidades palestinas más importantes.
Gracias a la ayuda de Pro Terra Sancta y a la Fundación Mediolanum ONLUS se han financiado los costosos gastos de equipación para un laboratorio tecnológico (ordenadores, componentes electrónicos, robot…) pudiendo estudiar hasta veinte personas.
“Aquí -explica el profesor Sabella- en los dos módulos de electrónica y de ordenadores, los chicos aprenden a montar y desmontar en su propio lugar de trabajo, a reparar componentes de los aparatos, a crear aplicaciones o a conectar un software a un hardware. Lo más bonito es que todo este equipamiento de la clase (ordenadores, cabina eléctrica, etc), lo han montado los chavales gracias a su pasión”.
Introducir a los estudiantes del colegio en el mundo laboral, ayudar a los jóvenes de Belén con una educación profesional no es solo un beneficio para una nueva generación, sino que puede ser un renacimiento para toda la comunidad de la ciudad de Belén. Un proyecto ganador al que ayudar.