Lo que reportamos es uno de los mensajes que nos llegaron en este periodo, como respuesta a la solicitud de decirnos vuestras experiencias como peregrinos en la Tierra Santa.
“Son muchísimas las emociones conectadas a un viaje-trabajo y peregrinación en la Tierra Santa, pero son aún más si los viajes (ya 5 en 2 años) están hechos por una persona de setenta años como yo. Soy parte de un grupo de personas que tomaron la decisión de juntarse en una asociación para ayudar la Tierra Santa, pero sobre todo a si mismos, para poder crecer y aumentar su propia fe. Trabajamos en Nazareth, Cafarnaum, Magdala, Jerusalén, etc.
Nos sentimos todos, uno por uno, como María: una persona elegida. En mí hay un gran agradecimiento hacia María, Madre especial a la cual cada día nos hemos encomendado, y nos encomendamos. Jerusalén entra en el corazón, deja sin aliento, de cualquier religión una persona sea, allí no puede no orar, no encomiarse a aquella entidad en la cual cree.
Dando vuelta por los rincones de Jerusalén te parece de tener siempre adelante la pregunta: ¿cuál camino elijo? ¡Elijo el camino que me recuerda el amor de Dios, elijo la esperanza, elijo recordar que en esta Tierra el Verbo se hizo hombre y está presente entre nosotros ahora! Elijo creer que en cualquier situación, aunque negativa, Dios está. Y elijo la amistad con las personas que me evoquen esto. Alba”.
Esto y los otros testigos llegados a nuestro correo electrónico serán publicados en la nueva sección dedicada a los peregrinajes en el sitio web de ATS pro Terra Sancta.