En estos meses de emergencias debidos a la pandemia del COVID-19, dos voluntarios, Anna Carraro y Umberto Manganiello, que están realizando el servicio civil a través de Fundación Icaro de Foggia y Asociación Pro Terra Sancta, siguen trabajando al lado de los niños del hogar Niños. El Hogar Niño Dios es una obra que desde 2005 les acoge a los niños que tengan discapacidades psicólogicas y físicas brindándoles actividades de rehabilitación y educación gracias también al compromiso de las hermanas del Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matarà de la Familia Religiosa del Verbo hecho carne. Hace años Asociación Pro Terra Sancta le apoya al camino educativo y escolar de algunos niños del Hogar permitiéndoles también a unos voluntarios vivir experiencias de servicio diario para ayudarle a la obra misma.
Anna es psicóloga de neuropsicomotricidad de la edad evolutiva, nos cuenta lo que llevó a vivir esta experiencia: “Cuando terminé la licenciatura en la Universidad de Turín, me animé a compartir mi tiempo y mi experiencia profesional en Belén. Entonces decidí ser parte de un proyecto de servicio cívil que me permitiera fortalecer y mostrar los conocimientos adquiridos sobre la rehabilitación motriz de los niños con discapacidades”.
Anna nos cuenta que el Hogar solía recibir a muchos voluntarios de todas las partes del mundo que colaboraban en casa. “Al comenzar la pandemia del COVID-19 las monjas y los trabajadores tuvieron muchas dificultades, entonces con la coordinación de Asociación Pro Terra Sancta, tratamos de satisfacer todas les necesidades de la casa y de los niños. Estuvimos trabajando en la cocina para preparar el almuerzo, lavamos la ropa y colaboramos en las actividades de rehabilitación”. En estos momentos también estoy colaborando con el equipo de fisioterapeutas del Hogar Niño Dios realizando las activiades de rehabilitación.
Umberto Mangianello nos comenta que unos meses antes de viajar a Belén con Fundación Icaro de Foggia se licenció en Derecho en la Universidad Federico II de Nápoles. “Este aspecto podría no ser relevante dentro del apoyo que le estoy brindando a la obra, en realidad me parece interesante mostrar estos conceptos que aprendí y reflejarlos en mi vida, dentro de la situación que estoy viviendo, y están relacionados con los derechos de los pueblos y de las comunidades, de las personas y de los niños”.
A partir de junio, cuando en Tierra Santa los casos aumentaron de manera increíble, creció la preocupación por las realidades sociales de Belén como el Hogar Niño Dios. Es muy buen testimonio verles a los jóvenes estar al lado de los más pequeños con coraje y pasión, en aquellas obras que transmiten el mensaje humano de Belén y de la Basílica de la Natividad, sobre todo en este momento difícil.
Son experiencias que le marcan al crecimiento de los jóvenes que cada año participan en el programa de Servicio Cívil ofreciendo su tiempo y conocimientos profesionales en Belén. Por eso Anna está aprendiendo a “sonreír y ser feliz valorando las cosas sencillas como la sonrisa de un niño. Cuando le ves a un niño esperándote y cuando él te mira, te abraza comunicándote su alegría de tenerte a su lado, ahí se te llena el corazón y esperas hacer y recibir el bien por mucho tiempo”. Umberto empieza a conocer una parte de si mismo, y de las personas con las que se encuentra. “Superar el sufrimiento que todos pueden ver para conocerles totalmente a los niños del Hogar. Es extraordinario notar cuanto ellos estén dispuestos a darme todo, cada día que nos encontramos. Estoy descubriendo aspectos de mí que no eran irrelevantes, y no puedo ocultar lo que estos niños me regalan. Al final, todo ésto vale mucho más que el apoyo que les brindo a ellos”.